Inspirado por la idea de «Parque Jurásico», un equipo de especialistas del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha desarrollado un polímero similar al ámbar. A diferencia de la ficción, este material no extrae ADN de dinosaurios, pero tiene un propósito igualmente fascinante: almacenar secuencias de ADN codificadas con datos.
El polímero vidrioso, termoestable y de color ámbar, puede almacenar ADN a temperatura ambiente sin dañarlo. A diferencia de los métodos actuales que requieren temperaturas bajo cero, esta innovación es más eficiente y sostenible.
Este material protege el ADN de temperaturas de hasta 75 °C, y tras la recuperación, no se detectaron errores ni pérdida, una característica crucial para sistemas de recopilación digital.
Durante experimentos de laboratorio, científicos del MIT lograron encapsular ADN de múltiples longitudes, desde decenas de nucleótidos hasta el genoma humano completo, más de 50.000 pares de bases.
Un solo gramo de ADN puede contener hasta 215 petabytes de datos, lo que podría revolucionar el almacenamiento digital.
En lugar de almacenar datos genéticos, este polímero puede programarse para guardar información práctica, como genomas completos.
Utiliza las bases químicas del ADN (adenina, citosina, guanina y timina) para codificar datos, similar al sistema binario.
Este avance podría impulsar el futuro del almacenamiento de información en ADN, ofreciendo una alternativa escalable y eficiente a la congelación tradicional.
Potencial de la resina
El ámbar, nombre que se le da a la resina de árbol fosilizada, posee una curiosa capacidad de conservar organismos antiguos y elementos biológicos durante millones de años.
Esta se origina a través de la resina de árboles centenarios que destilaban y goteaban, logrando capturar así insectos, organismos diminutos y material vegetal que daban lugar a depósitos que se encuentran a nivel global, como la República Dominicana o Myanmar, donde se han hallado fragmentos pertenecientes al período Cretácico medio.