En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: No den lo que es santo a los perros, ni echen sus perlas a los cerdos, pues podrían pisotearlas y después se volverían contra ustedes para destrozarlos. Todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos: ahí está toda la Ley y los Profetas. Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la ruina, y son muchos los que pasan por él. Pero ¡qué angosta es la puerta y qué escabroso el camino que conduce a la salvación! y qué pocos son los que lo encuentran”.
Reflexión del Evangelio
La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a San Guillermo Abad, fue un monje fundador de monasterios y comunidades, entre ellos la congregación de Montevergine (Monte Virgen), nació en Vercelli, el año 1085 y murió en Guglietto, el 25 de junio de 1142. Pío XII lo proclamó patrono de Irpinia.
En la liturgia del día meditamos los textos: 2Re 19,9b-11.14-21; Sal 47; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Mateo capítulo 7, del verso 6 al 14. En el que JESÚS les propone a sus discípulos de ayer, de hoy y de siempre un camino estrecho y difícil, ya que lamentablemente, nosotros por nuestras tendencias humanas de querer huir del dolor, del menosprecio y evadir los conflictos que provoca la vivencia auténtica del Evangelio, decidimos buscar caminos u opciones fáciles.
Por eso JESÚS es claro al ofertar su opción de vida, que está llena de dificultades y tropiezos, no porque deberíamos buscar lo que nos haga sufrir, ni porque DIOS sea un sádico empeñado en amargarnos la existencia, sino porque es claro que al asumir con autenticidad los Valores que JESÚS nos sugiere, siempre nos va a generar grandes dificultades, con los conglomerados humanos donde nos desenvolvemos, que casi siempre le gusta ir en contra de los designios de DIOS.
Acción que genera una respuesta de JESÚS, que nos da la clave para cumplir lo que DIOS ha mandado a través de los Profetas y de sus otros mensajeros.
La clave está en comportarnos con los demás, tal como nosotros queremos que ellos se comporten con nosotros. Ya que, si acogiéramos esta enseñanza como norma para el día a día de nuestra vida, cesarían los asesinatos, los odios, las infidelidades, las injusticias, las ofensas, y entonces reinaría el amor, la justicia y la paz.
Al confrontarnos con el texto vemos que JESÚS, a través de Su Palabra nos regala hoy la llamada «regla de oro»: «tratar a los demás como desearíamos ser tratados».
Norma que es muy sencilla y a la vez lleva a una profundidad tal que, si logramos cumplirla, podríamos estar viviendo gran parte del mismo Evangelio. Ya que, al tratar de llevar a cabo esta instrucción nos podríamos encontrar justamente con «la puerta estrecha», es decir con las barreras que brotan desde lo más profundo de nuestro ser.
Motivos y excusas siempre habrá para no hacer lo correcto, sin embargo, el mejor de los motivos para hacerlo, es el saber que de esa manera estamos aportando nuestro granito de arena para la construcción del Reino de DIOS.
Por lo que es necesario que, nos habituemos a vivir esta norma de vida y cada vez que vayamos a interactuar con nuestros semejantes, nos pongamos a pensar de qué manera nos gustaría recibir esa acción.
Teniendo en cuenta que, JESÚS nunca dijo si serían muchos o pocos los que compartirán la Felicidad de DIOS. Pero sí dijo repetidas veces que serán pocos los elegidos entre muchos llamados. Esto significa que entre tantas personas que tuvieron la bendición de encontrarlo y que, con eso fueron llamadas a compartir Su Misión, pocos aceptan cambiar su vida y comprometerse con Él.
Sin embargo, están los elegidos son los que perseveran en busca de la verdadera libertad y perfección.
Por eso es que hoy, es el día para preguntarnos: ¿Cómo estoy tratando diariamente a cada una de las personas con las que me relaciono? ¿Es esa la manera como me gustaría que me trataran a mí? ¿Mis actitudes personales el espejo para reflejar las enseñanzas de JESÚS, o, por el contrario, la negación de ese compromiso de vida para la cual llamaron?
Señor JESÚS, regálanos la fortaleza espiritual, para tener coherencia, entre lo que decimos y hacemos, y podamos comportarnos con los demás tal y como queremos que ellos se comporten con nosotros.