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Evangelio del Día: Lucas 2,41-51

Los padres de Jesús subían todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, fueron allá según era la costumbre. Terminada la fiesta, emprendieron el viaje de regreso, pero el Niño Jesús se había quedado en Jerusalén, sin que sus padres se dieran cuenta.  Ellos, pensando que él estaba entre el grupo de viajeros, hicieron un día de camino mientras lo buscaban entre los parientes y conocidos. Al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén en busca de él.

Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían se asombraban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando lo vieron sus padres, se quedaron admirados. Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros?, le dijo su madre, ¡Mira que tu padre y yo te hemos estado buscando angustiados! ¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre? Pero ellos no entendieron lo que les decía.

Así que Jesús bajó con sus padres a Nazaret y vivió sujeto a ellos. Pero su madre conservaba todas estas cosas en el corazón. Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente.

Reflexión del Día

La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, del Inmaculado Corazón de María. Fue instituida por el Papa Pío XII el 4 de mayo de 1944, y comenzó a celebrarse el 22 de agosto. Pero en 1970 cuando se lleva a la práctica los principios señalados por el Vaticano II se reforma a fondo el calendario y el santoral litúrgico.

Entre otros cambios fueron las fiestas del Corazón de María y del Corazón de JESÚS, los que se incluyeron en ese traslado de fechas.

Desde esa reforma la fiesta del Corazón de JESÚS se celebra el segundo viernes posterior a la Fiesta de Pentecostés y el siguiente día sábado, se celebra la fiesta del Corazón de María. Son fiestas movibles, es decir que no tienen una fecha fija.

La liturgia del día medita los textos: 2Tim 4,1-8; Sal 70; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Lucas capítulo 2, del verso 41 al 51.

Se presenta el relato que tradicionalmente conocemos, como: «la pérdida y hallazgo del niño en el Templo», que está insertado dentro de los relatos que los expertos han denominado: «Evangelio de la Infancia de JESÚS», que el Evangelista Lucas desarrolla en los capítulos 1 y 2 de su escrito.

Esta meditación histórica de Lucas hay dos escenas de la infancia de JESÚS, una es el momento de su nacimiento (Lc 2, 1-20) y la que leemos hoy, Jesús en medio de los doctores de la ley (Lc 2, 41-52). En ambas escenas se hace una referencia al Corazón de María, Cuando se dice que María: «guardaba todas estas cosas en su corazón» (Lc 2,51).

En su característica narración en paralelo, Lucas nos dice: que mientras los padres terrenales lo buscan con angustia, JESÚS les Revela que ha estado ocupándose de las cosas de Su PADRE Celestial.

Sin embargo, en la actitud de sumisión de JESÚS a Sus Padres de la tierra (Lc 2,51), se anticipa así a la actitud del Hijo que: «se hizo obediente hasta la muerte y muerte en la cruz» (Fil 2,8) y por ser Hijo, «con Su Padecimiento aprendió a obedecer» (Heb 5,8).

Actitudes de JESÚS

Al confrontarnos con el texto, y vernos retratados en las actitudes de JESÚS y María en el que aparte de recibir toda la enseñanza teológica, también obtenemos enseñanzas prácticas que nos ayudan a ahondar en nuestra experiencia de la vida. Porque el relato alcanza dimensiones profundamente humanas de la vida familiar y social.

Ya que se destacan eventos que de alguna manera también nosotros lo hemos vivido: las tradiciones religiosas, los viajes a la playa, a la montaña, o de peregrinación, el retorno a casa. La pérdida de un niño, su búsqueda angustiada por todas partes, su hallazgo feliz y sus respuestas desconcertantes.

Son vivencias que, casi todos, las hemos experimentado, en viajes o actividades similares, ya sea en el lugar del Niño Jesús, de María, de José o de sus familiares. Por eso es que puede ser también nuestra historia y también podemos hacer nuestra, la actitud de María: «que guardaba todas estas cosas en su corazón».

Porque con esa referencia bíblica al «Corazón de María» podemos deducir de ella dos actitudes fundamentales para nuestra experiencia de Fe: la escucha y la docilidad.

Inspira con actitudes

Actitudes que deben de ser el modelo inspirador para la Misión de un cristiano, que quiera asumir la tarea de instaurar el Reino de DIOS aquí en la tierra, por lo que debe de estar atento la escucha de la Palabra y ser dócil a los Designios de DIOS.

Señor JESÚS, en el día que celebramos la fiesta del Inmaculado Corazón de María, queremos pedirte por todos los niños desaparecidos de nuestro mundo, para ser vendidos, prostituidos o sometidos como esclavos.

Y también por sus acongojados padres que frenéticamente los buscan sin obtener respuestas de las autoridades.

Amén.

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