A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre.
La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.» Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.» Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.»
Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente, se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.
Reflexión del Evangelio
La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta de la Natividad de San Juan Bautista el Precursor de JESÚS, cuyo nacimiento cierra el ciclo profético del Antiguo Testamento y le abre las puertas a la llegada de la Encarnación de DIOS, presente en el Nuevo Testamento.
A partir de la similitud de las narrativas de la infancia de JESÚS y de Juan en el evangelio de Lucas, la liturgia celebra el nacimiento de ambos: el de JESÚS en el solsticio de invierno y el de Juan en el solsticio de verano.
La liturgia diaria medita los textos de: Is 49,1-6; Sal 138; Hch 13,22-26; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Lucas capítulo 1, desde el verso 57 al 80.
El texto que forma parte de los llamados relatos de la infancia de JESÚS y que encontramos en los dos primeros capítulos de Lucas; y en los que se hace un relato paralelo de la concepción de JESÚS y de Juan el Bautista.
Con estos relatos el Evangelista interpreta la llegada del Reino de DIOS, que hace morada en medio de los hombres haciéndose Uno en todos. Para desde su condición de hombre enseñar y vivir el Plan Salvífico de DIOS para la humanidad.
A Isabel «se le cumplió el tiempo» del parto, esta expresión nos recuerda no solo la concepción milagrosa de Juan, ya que fue concebido durante la vejez de Isabel, su madre y de Zacarías su padre, sino también que este niño forma parte del proyecto Salvífico de DIOS (Gal 4,4).
Su nombre mismo, que significa: «DIOS Recuerda», le da identidad y compromiso con la Misión, que desde su concepción levanto gran expectativa entre sus conterráneos, que se preguntaban: «¿Qué va a ser este niño?»
Muy pertinente es relacionar la expresión de «se le cumplió el tiempo», en boca del Propio JESÚS: «El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio» (Mc 1,15).
También en el Evangelio según San Juan, en los relatos de la boda de Caná y en la Cruz, encontramos referencias al «cumplimiento de los tiempos». Y es que en «el cumplimiento de los tiempos», JESÚS inaugura la era de la Salvación y Juan está precediendo esa era Salvífica, con el episodio de la Visitación, donde salta de gozo en el vientre de su madre.
Al confrontarnos con el texto y entender de una mejor manera la Misión de Juan el Bautista, que, en la tradición cristiana tiene un significado de suma importancia, ya que desde el vientre de su madre fue llamado para que su boca fuera «una espada afilada», anunciando la Llegada del Reino de DIOS, en la persona de JESÚS. Por eso es que, Juan predica la Conversión y su Bautizo se presenta como signo de esa conversión. Sin embargo, no hace alarde de su importancia y reconoce ante la gente «de que él no es digno de desatarle las sandalias al que ha de venir después de él» (Mc 1,7).
Por eso es que la Sencillez y Humildad de Juan el Bautista, hacen de él un modelo para todos aquellos que han asumido o queremos asumir la condición de ser seguidores de JESÚS.
Porque si queremos ser anunciadores de la Buena Noticia de JESÚS, en nuestras familias, en nuestros trabajos y en todos los espacios donde vayamos, debemos configurarnos con JESÚS, dejarnos guiar con Su Espíritu, y con nuestro testimonio de vida anunciarlo a Él, tal como lo hizo Juan Bautista.
Señor JESÚS, concédenos la humildad y la sencillez de Juan Bautista, para saber que no somos digno de nada y desde esa condición, comprender «los signos de los tiempos», amando y sirviendo a todos con lo poco o mucho que tengamos.