En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente.» Pero yo les digo: No resistan al malvado. Antes bien, si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra. Si alguien te hace un pleito por la camisa, entrégale también el manto. Si alguien te obliga a llevarle la carga, llévasela el doble más lejos. Da al que te pida, y al que espera de ti algo prestado, no le vuelvas la espalda.
Reflexión del Evangelio
La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta entre otros santos, en honor a San Gregorio Barbarigo. Quien nació en Venecia, Italia en el año 1625. Fue cardenal, diplomático y académico italiano. Él siempre repetía: «para el cuerpo basta poco alimento y ordinario, pero para el alma son necesarias muchas lecturas y que sean bien espirituales».
Murió el 15 de junio de 1697 y fue beatificado en 1761 y canonizado por S.S. Juan XXIII, el 26 de mayo de 1959.
La liturgia diaria medita los textos de: 1Re 21,1-16; Sal 5; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Mateo capítulo 5, desde el verso 38 al 42. en el que, se continúa con las novedades de JESÚS, que hoy les propone a sus seguidores otros métodos y actitudes para enfrentar las ofensas y las agresiones.
De esta manera, puedan superar la estricta justicia del revanchismo, incluso por encima de los derechos personales, imitando la paciencia y el respeto de DIOS para con todos, y poder interrumpir así, la espiral de la violencia.
Es que, «el ojo por ojo, diente por diente» la regla que se conoce como ley del Talión, se estableció para tratar de tener una paridad entre las partes afectadas. Ya que antes de la existencia de esta ley, se mataba a una familia entera, si uno de sus miembros le comía una gallina o le comía un mango, a la otra familia.
Dicho precepto, valía también para la antigua Ley judía, porque buscaba contener la venganza en los límites de la paridad. Tarea nada fácil, pues, la venganza lo que hace es desencadenar más injusticia, donde mueren muchos sin haber atentados contra los otros.
Frenar la venganza
Al confrontarnos con el texto, vemos como ofrecer la otra mejilla, entregar el manto, andar más de un kilómetro, es el método que JESÚS nos enseña para frenar la venganza, quitar las armas y desmontar la violencia de los malvados. Es vencer el mal y el odio con el AMOR.
Ya que, la declaración del Maestro establece que cualquier intento de justicia por cuenta propia o cualquier búsqueda de venganza ante las injusticias no son conductas propias de sus seguidores. Por lo que hay que tener una configuración con su manera de Ser y de Hacer, que son determinantes para el comportamiento de una comunidad que se autodenomina CRISTIANA.
Por eso es que en vez del «diente por diente y el ojo por ojo», JESÚS nos enseña a amar a nuestros enemigos y a orar por aquellos que nos persiguen. Pero no se trata de claudicar en la búsqueda de la Verdad, ni de resignarse en la lucha por la Justicia.
Tampoco de olvidar sin más como tontos. Se trata más bien de desmantelar el modo operandi, de quienes, de manera descarada y continua, violan el Estado de derecho, para volver al imperio de la ley. Donde las víctimas o los familiares de ellas, sean resarcidas en su dignidad y los victimarios sean sometidos a juicios conforme a un Estado de derecho, no por venganza sino por justicia.
Entender esta práctica o exigencia de vida cristiana no es sencillo, ya que pensamos que esta manera de actuar, está fuera de nuestras posibilidades, sobre manera en una situación como la que vivimos los venezolanos, de profunda conflictividad social, y donde la mayoría queremos que alguien pague con su vida, por cada uno de nuestros derechos vulnerados.
Por eso es que las enseñanzas de JESÚS, son una constante invitación a practicar la Misericordia y exigen un cambio de actitud en la resolución de los conflictos y en la interpretación de las normas sociales, religiosas, culturales y jurídicas.
Señor JESÚS, Te pedimos hoy que nos conceda la Gracia de Tu Espíritu, para poner tener el discernimiento necesario a la hora de exigir la aplicación de la justicia, y no dejarnos llevar por los sentimientos de la venganza, que en nada contribuyen a la construcción de una sociedad de paz y de progreso.