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¿Por qué la bomba de Hiroshima dejó sombras de las víctimas?

La detonación de la bomba atómica dirigida por Oppenheimer en Hiroshima provocó la trágica pérdida de hasta 140.000 vidas, dejando en las calles las sombrías siluetas de los que perecieron. ¿Cómo se formaron?

La aurora del 6 de agosto de 1945 marcó un antes y un después en la historia humana cuando la primera bomba atómica desató su furia sobre Hiroshima. Entre las muchas historias que surgieron de aquel día, resalta la de un hombre sentado frente al Banco Sumitomo, bastón en mano, quien en un instante dejó una sombra perpetua sobre los escalones, testimonio mudo de las vidas arrebatadas por este evento catastrófico.

Contrario a la idea generalizada de que la detonación nuclear causó la vaporización inmediata de las personas, dejando únicamente sus siluetas como testigo, existe una explicación distinta para la presencia de estas marcas oscuras. Las siluetas de personas y objetos, tales como bicicletas, que todavía se pueden observar en las calles y edificaciones de Hiroshima y Nagasaki, revelan una realidad alternativa. En esta, el intenso calor y la luz emitidos por la explosión tuvieron un rol fundamental.

La sombra del residente de Hiroshima con bastón sentado en la escalinata del Banco Sumitomo.
La sombra del residente de Hiroshima con bastón sentado en la escalinata del Banco Sumitomo.Imagen: World History Archive/picture alliance

Según explica el Dr. Michael Hartshorne, fideicomisario emérito del Museo Nacional de Ciencia e Historia Nuclear y profesor emérito de radiología, citado por Live Science, la intensa luz y el calor de la bomba crearon un escenario donde personas y objetos actuaron como escudos, protegiendo lo que estaba detrás de ellos. Este fenómeno resultó en el blanqueamiento de superficies aledañas, dejando en contraste las «sombras» que conocemos hoy.

 

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Dicho de otro modo, como resalta el medio científico, estas inquietantes siluetas son en realidad cómo lucían originalmente el pavimento o las fachadas antes de la detonación. La exposición a la luz y al calor blanqueó las superficies circundantes, haciendo que las áreas no expuestas parecieran sombras oscuras.

Respecto a la supuesta vaporización de cuerpos, la doctora Minako Otani, de la Universidad de Hiroshima, añade a este relato un detalle escalofriante: aún con el calor extremo, es posible que restos humanos, aunque severamente dañados, hayan perdurado, según aseguró al medio japonés Peace Seeds. Esta afirmación echa por tierra la noción de una vaporización completa, sugiriendo en cambio que algo de la esencia física de las víctimas aún permaneció entre las ruinas.

Sombra de un grifo en una tubería en Hiroshima tras la explosión de la bomba atómica en agosto de 1945 Hiroshima, Japón.
Sombra de un grifo en una tubería en Hiroshima tras la explosión de la bomba atómica en agosto de 1945 Hiroshima, Japón.Imagen: World History Archive/picture alliance

Sombras de Hiroshima: la ciencia detrás del blanqueamiento

La Atomic Heritage Foundation, una organización no lucrativa con sede en Washington D.C., aclara que el inmenso poder destructivo de las bombas atómicas proviene de la fisión nuclear. Este proceso se inicia cuando un neutrón colisiona con el núcleo de isótopos pesados, como el uranio-235 o el plutonio-239, desencadenando una reacción en cadena.

Alex Wellerstein, del Instituto de Tecnología Stevens, destaca que esta reacción puede dividir un número colosal de átomos en fracciones de segundo, liberando una energía intensa y radiación gamma. Esta última es particularmente nociva por su capacidad de atravesar ropas y piel, dañando gravemente tejidos y ADN. Las temperaturas alcanzadas en las explosiones de 1945 llegaron hasta los 5.538 grados Celsius, lo cual, según Live Science, contribuyó a la creación de los efectos de blanqueo alrededor de las siluetas de personas y objetos.

Entre las numerosas sombras de Hiroshima, además del de el hombre con bastón en mano, destaca la del individuo en el banco (foto de portada), una impresión casi completa que resistió el paso del tiempo hasta su traslado al Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima. Este lugar ahora sirve como custodio de tan dolorosos recuerdos, invitando a la reflexión sobre las consecuencias devastadoras de las armas nucleares.

Felipe Espinosa Wang con información de Live Science y Atlas Obscura.

FUENTE: DW

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